«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados»
(Groucho Marx: 1890 – 1977)
Una de las primeras acciones del nuevo alcalde del municipio de Santiago de los Caballeros, Lic. Abel Martínez, consistió en desmantelar el departamento de cultura del cabildo que representa y retirarles, temporalmente, la subvención (incompleta) que el ayuntamiento otorgaba mensualmente a las instituciones culturales de aquí, entre estas, a tres centros tan emblemáticos y de histórico prestigio como Casa de Arte, Alianza Cibaeña y el Ateneo Amantes de la luz.
Cuando se habla de subvención, podría pensarse que se trata de una alta suma de dinero la que el ayuntamiento destina para esas instituciones. Muy equivocados están quienes así piensan. El monto total asignado no supera los treinta pesos, así como se lee: RD$30,000 paras ser distribuidos entre los tres centros, aun cuando en el literal d) del Art. 21 de la Ley No. 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios, del 17 de julio del 2007, se establece claramente que el 4% de los ingresos recibidos por los ayuntamientos debe estar «dedicado a programas educativos, de género y salud»
Según esa misma ley, son atribuciones o competencias propias de los ayuntamientos (Art. 19), entre otras:
1. Preservar el patrimonio histórico y cultural del municipio.
2. Promover la cultura, el deporte y de la recreación.
¿Es posible preservar el patrimonio histórico y cultural de un municipio, desarticulando las estructuras correspondientes y retirando u otorgando incompleta la subvención que por ley les corresponde a las instituciones llamadas a realizar esa labor de preservación de los valores históricos, artísticos y culturales?
Hay que tener un visión medieval y/o cavernaria del mundo para tomar una medida que afecte el desarrollo o la marcha normal de unas instituciones que tanto han aportado históricamente a la educación, la ciencia el arte y la cultura de Santiago, del Cibao y del país. Abel procedió de esa manera, porque para él, la cultura es eso: algo secundario, terciario, irrelevante o carente por completo de importancia. Algo que no genera votos ni crea espacios que permitan el clientelismo.
Pero no se crea que esa línea de pensamiento es exclusiva del hasta hace poco presidente de la Cámara de Diputados. Así como él piensa la mayoría de los políticos dominicanos. Ese mismo desprecio a la cultura y/o a todo lo que tenga sentido cultural es el mismo desprecio que muestran casi todos funcionarios que por vía de la política han logrado ascender al cargo que desempeñan. Y es obvio, por supuesto, que así piensen y actúen : sencillamente porque nadie puede amar lo que no posee.
Un país donde un alcalde piense así, o no esté convencido de que una institución cultural es un patrimonio que toda autoridad debe respetar, preservar y contribuir a su desarrollo, es un país condenado a permanecer siempre atrapado en las garras malditas del subdesarrollo o el atraso.
Deja un comentario