«Cubear» o «cubiar», en la variante dialectal dominicana, significa, “timar’, engañar a alguien”. (Diccionario del español dominicano (2013: 207). Dicha forma verbal, sin embargo, se utiliza casi de manera exclusiva en la lengua coloquial y en el ámbito prostibulario, para designar el acto mediante el cual un hombre se niega a pagar a la mujer prostituta el servicio sexual prestado y previamente contratado.
No deben confundirse, pues, las formas «Cubear» o «cubiar» y «Chapear» o «Chapiar». Estas voces, junto a otras de ellas derivadas: “chapiadora”, “chapiador”, “chapeo”, “cubo”, “cubero” o “cubiador” han de ser consideradas auténticos dominicanismos léxicos, por cuanto se tratan de formaciones léxicas distintivas o características del español dominicano.
Aparte del significado general que acerca de la voz «chapiar» ofrece el Diccionario de americanismos: “Limpiar un terreno de hierba y malezas y con machete”, en el habla popular dominicana se denomina despectivamente- «chapiar» al procedimiento mediante el cual una mujer usa argucias o estrategias, fríamente calculadas, con el fin de lograr de un hombre beneficios diversos (dinero, vehículos, apartamentos, joyas, viajes al extranjero, etc.). En tal virtud, por «chapiadora», antes «peladora», deberá concebirse la mujer que se vale de su elegancia o belleza para obtener del hombre con el cual mantiene aparentes vínculos sentimentales, dinero y bienes materiales; pero sin que esos beneficios impliquen necesariamente intercambios sexuales, como ocurre con la prostituta. Se trata, la «chapiadora», de la mujer altamente materialista, generalmente caracterizada por sus impactantes y provocadores atractivos, que con pedimentos y caprichos constantes agobia o abruma al hombre por el cual ningún sentimiento de amor experimenta.
Merced a lo antes expuesto, se infiere que la verdadera «chapiadora» es aquella que se vale de los más sorprendentes, creativos y evasivos recursos con tal de evitar sostener relaciones sexuales con el hombre del cual ha recibido algún provecho o beneficio, esto es, la mujer que le encanta «vaciar» o «secar» bolsillos masculinos, sin aportar sexualmente nada a cambio.
¿En qué se diferencian entonces la «chapiadora» y la prostituta?
En que en el vínculo del hombre con la ramera rige el acuerdo no escrito de «Te ofrezco sexo a cambio de dinero o cualquier otro bien», mientras que la «chapiadora» o «chapi», como también la llaman en la República Dominicana, hace lo imposible, cual tigresa entrenada, por solo recibir y no ceder nada que tenga que ver con intercambio sexual. Sin embargo, y parodiando al afamado epigramista santiaguero, Luis Camejo, quien en uno de sus epigramas escribió que «De la infiel a la ramera/ solo media un escalón», bien puede afirmarse que «De la chapiadora a la ramera/ solo media un escalón»
Conforme a los juicios precedentes, resulta a todas luces comprensible que los candidatos a alcaldes y regidores que en las recién pasadas elecciones municipales no fueron favorecidos con el voto de las personas a las cuales ellos les habían pagado para tal fin, fueron alevosamente «cubiados», no «chapiados», como podría pensarse y han afirmado algunos.
Por Domingo Caba
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