La palabra Desiderata, viene del latín desiderátum, que significa cosas deseadas. Desiderata es también un poema que trata sobre la búsqueda de la felicidad de la vida, publicado en el año de 1948, escrito por el estadounidense, Max Ehrmann. Como hijo de la patria de Duarte, me uno al clamor de todos los deseos y aspiraciones sociales que anhela el pueblo dominicano. La espantosa deuda social que acumula el Estado dominicano, rebosó la copa, y las diferentes manifestaciones, son solo una expresión colectiva de un grito verde que clama al cielo.
La Marcha Verde, iniciada el pasado 22 de enero (seis meses marchando), es un reflejo del descontento social e indignación del pueblo dominicano. ¿Y cuáles son los deseos de nuestro pueblo? ¿Qué expresaban las voces y carteles el pasado 16 de julio? La mafia del PLD: ¡Fuera de una vez! ¡La corrupción se tragó mi hospital! ¡Punta Catalina es cuerpo del delito! ¡No faltan recursos, sobran corruptos! Tucanos, Odebrecht, Barrick, Barrilitos, Préstamos: No los salva de checheré! ¡Incautarles lo robado: Bajarlos y trancarlos! Lo que exige el sufrido pueblo dominicano es la devolución del dinero del heraldo público usufructuado por una cultura de corrupción sistemática. El movimiento verde reclama castigo al corrupto y fin de la impunidad.
Bertol Brecth, nos viene a decir: “¡Contra la injusticia y la impunidad! Ni perdón ni olvido”. Los vicios inveterados del fenómeno de la corrupción, lleva consigo un patología de difícil curación. Estamos a tiempo de frenar al corrupto que roba con una frialdad profesional.
Otro deseo de nuestra amada tierra, es que la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL), junto al Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS), exija a las Aseguradoras de Riesgos de Salud (ARS) incluir en su catálogo, los medicamentos, y procedimientos que mas demanda la población, pues hasta ahora se han quedado con la mayor parte de los beneficios que genera el sistema de salud. Es un conflicto que data desde el año de 2015.
Otro gran deseo del alma dominicana es, que la elección de los jueces de las altas cortes, no se manipule, sino que la escogencia tenga como criterio la competencia profesional, imparcialidad y reconocida solvencia ética y moral.
Otra gran aspiración que corre por las venas de nuestro pueblo es, que la oposición partidaria no utilice el techo del Movimiento de la Marcha Verde, y que más bien presenten un proyecto de nación que procure corregir el problema que drena la economía de nuestras familias.
Otra ventana de esperanza que anhela la República Dominicana es, un mayor control migratorio de los haitianos y venezolanos que emigran a nuestro suelo buscando mejor calidad de vida. No hay dudas que es un derecho legítimo. Quien es recibido como residente se supone que será acogido por una familia, hacinarse no es humano.
Otro camino que hay que labrar, para que surja la tan deseada paz y seguridad ciudadana en nuestras calles, es erradicar la conocida delincuencia que permea en el sector militar. Es vergonzoso que muchos policías se involucren en actos delictivos, provocando que cualquier ciudadano cuando es invitado a detenerse se resista.
No obstante, al drama de desconcierto que vive nuestra nación, nos ha dicho a propósito Fernando E. Barragán, lo siguiente: “tenemos que tener fe en que la bondad puede prevalecer sobre la maldad, la honestidad sobre la corrupción y la justicia sobre la impunidad.
Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla
El autor es, juez del Tribunal Eclesiástico
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