(Composición poética, de elegíaco acento, leída por su autor, Pedro Mir, en el acto de inhumación del cadáver del profesor Manuel de Jesús Camarena Perdomo (*), llevado a cabo a finales de marzo de 1938)
Mañana se celebrará el «Día del Maestro» dominicano. Cada quien que cursó estudios en un centro docente quizás recuerde con fraternal cariño y mayor gratitud a uno o más de los maestros que pasaron por su visa, y que por su dedicación, sabias enseñanzas y ejemplar comportamiento ético resulta difícil excluirlo del nicho de la memoria.
Cada quien talvez recuerde con dolor inmenso el fúnebre momento en que vio a su maestro descender, para morar eternamente en el siempre silencioso e indeseado espacio del lecho sepulcral. Y quienes en ese instante no tuvieron la oportunidad de pronunciar unas palabras de despedida ante el féretro de su antiguo preceptor, esta vez quizás resulte propicia la ocasión para decirle a este con las palabras de nuestro Poeta Nacional:
GRITO PARA ENTERRAR UN MAESTRO
«Maestro:
Tu imperio de silencio y de penumbra
ha comenzado al fin.
Tuyo es el ritmo
callado del misterio. Tuyo el beso que ha de ahuyentar las sombras del olvido.
Tuya esta pena que se abrió la entraña para cerrar tus párpados dormidos.
Enmudeciste
para adorar tu soledad tranquilo pero a tu oído bajarán las horas
a decirte el secreto de los siglos
pero a tu voz la ahuecará el recuerdo para llorarte en la ilusión de un nido y el último destello de tus ojos saldrá a la tierra floreciendo en lirios.
Enmudeciste
para vivir tu eternidad tranquilo, pero en tu tumba
muchos lamentos vivirán contigo
muchos sollozos besarán tus huellas
para alfombrar de llanto tu camino.
Maestro:
Jardinera de cátedras, tu mano ha
alargado de adioses infinitos.
Mas, no importa. Tu mano sembradora
eternamente enflorará el cultivo.
Siempre tu voz palpitará en el aula
como un millón de corazones vivos.
Siempre tu voz acoplará el recuerdo con la emoción de desflorar un libro y habrá un intenso volotear de angustia
en el alón de recuerdo vivo.
Sigue tu vuelo fantástico. Prosigue
tu siembra de doctrinas en lo Empíreo y en el hondo silencio de la noche al rumor de los cánticos divinos desparrama tus cátedras celestes como una lluvia de luceros ígneos.
No te decimos adiós. Tú no te has ido. Tú estás en el recuerdo palpitante y eterno en las raigambres del gemido.
Cada lágrima en flor del estudiante
apretada en el pecho conmovido,
será como un puñal de sentimiento
que querrá defenderte del olvido…»
(*) –El profesor Manuel de Jesús Camarena Perdomo, al decir del ensayista y escritor, Edwin Espinal Hernández, fue el primer procurador general de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de Santiago, fundada en 1908, y fue, además, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, Sillón F, el mismo asiento que ocupa actualmente el presidente de esta institución, Dr. Bruno Rosario Candelier.
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