A pesar de la múltiple y variada oferta migratoria que ofrece Canadá y cada una de sus provincias, la mayoría de los dominicanos llegan al país norteamericano con una visa de estudios, un permiso de trabajo o terminan cambiándose a uno de estos programas si al que aplicaron no les resulta una buena opción.
Este último fue el caso de Mariela Morales, una dominicana de 42 años y licenciada en Administración de Empresas que en 2014 decidió dejarlo todo e irse a Canadá con el objetivo de establecer un negocio. Pero cuando llegaron, ella, su esposo y su pequeño hijo, se dieron cuenta que el proceso sería «cuesta arriba».
En ese momento decidieron cambiar el programa de visa de inversionista; Mariela estudiaría un postgrado, mientras que su esposo recibió un permiso de trabajo, que duraban más o menos el mismo tiempo.
“Inicialmente veníamos con una visa de inversionistas, pero cuando llegamos aquí el asesor que nos tocó, nos dio la idea de que no teníamos obligatoriamente que hacer ese proceso si queríamos ahorrarnos el dinero de poner un negocio, que mejor hiciéramos el proceso vía estudios, entonces yo cambié el programa a estudiante”, explica Morales.
Con ambos permisos se quedaban en la ciudad de Saskatoon, en la provincia Saskatchewan por un año y medio de manera legal.
Decidieron quedarse en el lugar porque en ese momento les ofrecía “mucha apertura y facilidades”, sobre todo porque los costos de vivienda y alimentación eran más baratos, explica Mariela a Diario Libre. En esta provincia recibieron su residencia permanente luego de cumplir con los requerimientos y más tarde, cuando cumplieron los requisitos federales, solicitaron la ciudadanía canadiense.
Aplicar para una visa
Para aplicar a un programa migratorio de Canadá con solo leer la información disponible en su sitio web sería suficiente para que cada interesado realice el proceso sin ayuda de un asesor, sin embargo, hay quienes recomiendan la ayuda de uno para aplicar al programa al que el perfil del solicitante se adapte o en todo caso como una manera de ir a lo seguro.
Dentro de este último grupo se encuentra a quien llamaremos Ricardo, un dominicano de 38 años que quiso guardar su verdadero nombre, pero que en 2019 también decidió dejar todo en la República Dominicana y se marchó con su esposa para vivir «una aventura» y cuya experiencia está próxima a cumplir los cuatro años.
Abogado de profesión, casado con una contadora especializada en tributación y con cierta estabilidad económica en el país; la pareja investigó, habló con conocidos y se dio cuenta que cumplían con los perfiles para los programas que ofrece Canadá.
La idea surgió, explicó Ricardo, en un viaje de paseo a EE.UU. en 2017. En 2018 estaban ya en el proceso y en 2019 habían comprado un vuelo para estudiar un posgrado, en el caso de su esposa, y él fue beneficiado con un permiso de trabajo.
Los motivos de Mariela y Ricardo para marcharse del país fueron diferentes, la forma en el que arribaron también fue distinta, sin embargo, ellos junto a sus parejas, representan a un gran grupo de profesionales que se marchan del país para explotar su potencial intelectual y formar parte de la fuerza laboral en Canadá, arriesgando, en muchos casos, la estabilidad que tienen en República Dominicana para iniciar desde cero allá.
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