“Vi de frente el de atrás, se desmonta y me dice con la mano dentro de la camisa pásame la cartera y me la arrebata”, recuerda.
Luego de responder de una manera automática al pedido del asaltante, y al percatarse de que no tenía su bolsa en mano con sus pertenencias, su reacción no se hizo esperar. “Cuando me di cuenta que no tenía nada en las manos, ni un corta uñas, le arrebaté mi cartera y le dije mire buen pendejo es a trabajar que voy no a atracar como ustedes”, relata Jiménez.
Pero ante esta acción, tal vez inesperada para los dos hombres, se produjo un forcejeo entre el que perpetró el asalto y la dama. “Me agarró los brazos con mi cartera agarrada, también lo agarre a él por los brazos y comencé a bocear a un vecino, cuando escucharon abrir una puerta el que estaba en el motor le dijo suéltala corre vámonos, pero era yo quien no lo quería soltar. Gracias a Dios no me paso nada”, exclama.
Esta es solo una de las tantas historias que a diario se reproducen en el país, pero con distintos escenarios, personajes y consecuencias, ya que en este caso la joven logró salvar su vida al enfrentarse a los delincuentes.
Héctor Acevedo también pudo preservar su vida, tras ser víctima de un asalto. “Llegando al metro de la 17, a las 9 de la mañana, hace 2 meses, me detuvieron 2 tipos con puñales y me quitaron el celular. Suerte que no pasó más de ahí”, comenta.
Los atracos en las calles, residencias, negocios, y hasta en vehículos, son delitos que guardan algo en común, independientemente del trauma, el mal momento y la impotencia que producen en los ciudadanos, al ser despojados de sus bienes, es que en casi todas las modalidades referidas hay un aparato electrónico de por medio.
Así lo planteó el encargado de la unidad de robos de celulares del Departamento de Investigación de Crímenes y Delitos de Alta Tecnología de la Policía Nacional, el mayor Francisco Belén Santos. “Por ejemplo, si atracan a una persona y le llevan su carro, lo más probable es que dentro del carro haya un celular”, explica.
Denuncias
Casi a diario esta unidad recibe entre 20 y 30 denuncias de atracos, donde estos aparatos son los protagonistas. A juicio del oficial, los hombres y las mujeres tienen las mismas posibilidades de ser interceptados por motociclistas en las calles, una de las modalidades más frecuentes de atracos, para sustraerles sus carteras y sus teléfonos inteligentes.
No obstante, de acuerdo a una encuesta realizada por este medio en las redes sociales, la mayor cantidad de personas que dijeron ser víctimas de asaltos, en especial para despojarlos de sus celulares, eran mujeres que se desplazaban por las calles.
Belén entiende que en ocasiones, los ciudadanos exhiben sus celulares en las calles, lo que provoca la actuación de los delincuentes, por lo que hace un llamado a las personas a no utilizar los teléfonos móviles en zonas oscuras y desprovistas de seguridad. “El ladrón ubica dónde no está el policía para cometer su fechoría. Usted saca un celular en la calle y el delincuente está al acecho, hay que tener mucho cuidado”, exclama.
También aconseja a las víctimas a no resistirse ni enfrentarse a los atracadores, ya que pueden provocarlos y salir lastimados, o muertos
Resalta que la unidad que preside trabaja arduamente para recuperar los celulares robados, proceso que dependerá del uso que le den al móvil, ya que a veces lo desactivan, le cambian el Imei y no se pueden localizar con facilidad. Sin embargo, en menos de un mes afirma que han recuperado más de 40 unidades.
Bandas
La mayoría de los que se dedican a esta práctica son integrantes de bandas, que luego comercializan los teléfonos o los venden por piezas, según comunica Belén.
El oficial indica que los robos pueden ser agravantes o simples. El primer caso se da cuando el victimario atenta contra la vida del ciudadano, mientras que el segundo caso sucede cuando la agresión es nula o mínima. En ambos casos hay sanciones por cumplir. “El ladrón que ataca a una persona a mano armada le cabe cárcel”, sostiene.
La Ley 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología establece en su artículo 6, sobre acceso ilícito, “el hecho de acceder a un sistema electrónico, informático, telemático o de telecomunicaciones, o a sus componentes, utilizando o no una identidad ajena, o excediendo una autorización, se sancionará con las penas de tres meses a un año de prisión y multa desde una vez a doscientas veces el salario mínimo”.
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