San Miguel Arcángel, también conocido como simplemente San Miguel o Arcángel San Miguel. Es considerado como la máxima autoridad en los ejércitos de Dios frente al mal, en las religiones islámica, judía y cristiana.
La Iglesia celebra mañana sábado, 29 de septiembre, la fiesta de los tres arcángeles: Rafael, Gabriel y Miguel.
San Miguel es considerado el protector de la iglesia y de la humanidad frente al mal.
En la Biblia, hay referencias a San Miguel: “Hubo un gran combate en los cielos, Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar en el cielo para ellos. El dragón grande, la antigua serpiente, el llamado Diablo o Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él”. (Apocalipsis 12, 7-9).
El libro del Éxodo nos habla de la protección de los ángeles: “Yo estoy enviando de ti para que te proteja en el viaje, hasta introducirte en el lugar que te he preparado. Anda derecho en su presencia y hazle caso: no le seas rebelde. Sepas que no perdonará tus fallas, pues en él está mi Nombre. Si le escuchas y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. Mi Ángel iras delante de ti…” (Éxodo 23,20- 23 a).
San Miguel es un ángel poderoso, quien con su espada e inteligencia venció al demonio y sus ángeles.
Es oportuno, pedirle al Arcángel Miguel que nos proteja del peligro. ¿Cuáles peligros nos acechan hoy? ¿Por qué cuidarnos? Los peligros de hoy son múltiples. Lo respiramos a diario. Jesús, el Hijo de Dios, nos da ejemplo de cómo vencer al demonio, cuando en el desierto de la vida, la fe es puesta a prueba. La naturaleza de nuestro Señor Jesucristo, le permite que Él pueda compadecerse de nuestras debilidades, porque Él también fue sometido a debilidad.
La primera tentación de Cristo, la de convertir las piedras en pan, es la tentación de la codicia de los bienes materiales. Jesús estaba hambriento, y necesitaba pan para comer, pero el problema era como obtener esos panes (riquezas). Satanás le induce a lo incorrecto. No se puede obtener cosas materiales de cualquier modo. Le debemos lealtad al Señor, pan de vida eterna, y no al demonio, que al final paga mal.
La segunda tentación, es el orgullo. Tengo mucho dinero, mi profesión me ha hecho famoso, he alcanzado prestigio social, y lo aprovecho, no para hacer el bien a los demás, para aportar a la sociedad, sino para gloriarme a mí mismo. Busco el vano honor del mundo, los aplausos, y reconocimiento, sin importar el precio que haya que pagar, o a quien haya que aplastar con tal de ser famoso. El afán por la supremacía y protagonismo le lleva a cometer muchos errores. Se cree un súper héroe.
La tercera tentación, es el poder. Satanás le ofrecía esos reinos si Jesús se postraba para adorarlo. El diablo tienta a cada uno según su naturaleza, según nuestras pasiones. Adán y Eva los tentó diciendo: “serán como dioses”. Corremos el peligro de ver el servicio como un poder. Somos nombrados o electos por un tiempo determinado. El deseo de continuar mas allá del orden establecido, es una señal que nos hemos dejado vencer por las garras de Lucifer. Que con ayuda del Arcángel Miguel, podamos vencer las tentaciones con la espada de la lealtad, la humildad y el servicio generoso al pueblo de Dios.
El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico.
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