Fefita la Grande es mi merenguera típica preferida. La admiro y disfruto en grande sus merengues y su forma alegre de interpretar el ritmo que no identifica como nación. Siempre la he visto como un verdadero símbolo folklórico y auténtico ícono de nuestro arte popular.
En su dilatada carrera, nuestra singular artista ha recibido los más relevantes premios y paseado nuestro merengue típico por los más exigentes escenarios dentro y fuera del país. El último galardón lo recibió con motivo del «Día Internacional de la Mujer, al ser distinguida con la «Medalla al Mérito de la Mujer Dominicana »por el presidente Danilo Medina.
Su merengue y videoclip, “La pimienta es la que pica”, grabado en diciembre pasado junto a Milly Quezada y Maridalia Hernández, fue todo un éxito, pletórico de imágenes dominicanitas; mas después de este celebrado acierto musical, la extrovertida merenguera pasa de lo sublime a lo ridículo o incurre en el desacierto de grabar un video con un reguetonero, a ritmo del llamado «género urbano», saturado de movimientos lascivos e imágenes bastante insinuantes y morbosas.
Un video que, además de las imágenes, entraña un mensaje indigno y denigrante y que, por ser así, empaña la dignidad de la mujer en general y, de manera muy particular, de una artista que se ha ganado el cariño y respeto de sus compatriotas, y que ya transita hacia los ochenta años. Y todo porque doña Fefa, al parecer, no termina de entender que a cada edad le corresponde un tipo característico de conducta , razón por la cual un cuasi octogenario no puede comportarse como si fuera un adolescente o «veinteañero», y que si así procede, entonces corre el riesgo de que su conducta sea calificada de ridícula.
Por esa razón, el reguetonero coprotagonista del criticado video llevó a la Vieja Fefa hacia donde él quiso llevarla, esto es, la condujo al escenario de la llamada «música urbana», un seudoarte casi siempre denigrante, cloacal, insustancial, nocivo y pestilente. Y Fefa, hasta allí se dejó llevar. A un mundo que no es el suyo y que ningún valor a ella le agrega en beneficio de su fama y proyección. A un ritmo musical que no le corresponde. Se dejó utilizar por quienes verdaderamente trataron de sacarle provecho a su fama y popularidad, por los que sí ganan asociándose a ella. En fin, por aquellos que en términos de imagen pública, nada tienen que perder.
Todos conocemos la existencia de personas que a pesar de su adultez y avanzada edad son mentalmente jóvenes. Eso es sumamente positivo. Esas personas siempre han contado con mi admiración y respeto, por cuanto por lo general se trata de seres bastante dinámicos, proactivos, creadores y emprendedores. Sin embargo, siempre habrá un límite generacional más allá del cual nuestro accionar no debe trascender.
Finalmente entiendo que el polémico video de ningún modo le resta méritos o desciende la figura de Fefita la Grande del pedestal artístico en que el pueblo dominicano la ha situado, y en el cual se encuentra actualmente. Las críticas quizás han surgido por el gran aprecio que a ella el pueblo le tiene y el deseo de que grabaciones, como el video hasta aquí comentado, no se repitan en el futuro. En otras palabras, la Vieja Fefa continúa siendo nuestro ícono de la música típica, la más alta expresión de la dominicanidad, así como el símbolo por excelencia de nuestro folklor y del arte popular de la República Dominicana.
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