“Quien enseña o, por medio u otro, sirve de modelo a los demás hablantes, tiene el deber de fomentar en ellos una espontaneidad más rica y más compleja” .
( Fernando Lázaro Carreter )
Es indiscutible que determinadas voces, frases o estructuras de nuestro idioma originan dudas, confusiones y vacilaciones al ser empleadas tanto en su forma oral como escrita.
Diversas son las causas que generan tales indecisiones : incompetencia lingüística, falsos conceptos transmitidos en la enseñanza de la lengua española, así como por el poderoso y negativo influjo de los medios de comunicación , cuyos usuarios, en ocasiones, suelen oscurecer, en lugar de aclarar el no siempre iluminado panorama idiomático. « Porque de entre los grupos de hablantes que ejercen un influjo más enérgico en el estado y el curso de la lengua – sentencia al respecto el lingüista y académico español, Fernando Lázaro Carreter – destaca el formado por los periodistas, de modo principal si hablan en la radio y en la televisión, o si escriben para ellas…» (El dardo en la palabra, 1997, pág.21)
Ese “influjo”, en la República Dominicana, fácil resulta advertirlo, por cuanto son muchos los hablantes de este país que suelen imitar, por considerarlas modelos a seguir, el habla y la escritura de nuestros locutores, periodistas y comentaristas. Habla y escritura manejadas por muchos de estos en forma no siempre aleccionadora. Y también porque, asidos talvez de la más noble intención metalingüística, con mucha frecuencia escuchamos a esos comunicadores afirmar con evidente acento correctivo : “ No se dice así …. , sino así …”
Y es entonces cuando comienzan a gestarse las dudas, las confusiones y las vacilaciones en la mente de una masa de oyentes y lectores , que como la dominicana, considera “todólogo” o experto en la materia a todo aquel que de manera frecuente escribe para un periódico o realiza un programa a través de la radio o la televisión . Para muestras, bastan sólo algunos botones:
1.¿Béisbol o beisbol?, ¿Cártel o cartel?, ¿Cóctel o coctel?
Las palabras precedentes se inscriben entre las tantas que en nuestra lengua poseen dos acentuaciones válidas: una grave con acento gráfico y otra aguda inacentuada.
Cártel: Voz procedente del alemán Kartell, según la define el “Diccionario panhispánico de dudas” (p. 122), editado el pasado año por la Real Academia Española, es la “Organización ilícita que trafica con drogas o con armas”. Soportando este mismo significado, “En español – aclara el lexicón antes referido – son válidas tanto la acentuación etimológica aguda cartel, mayoritariamente en el ámbito hispánico, como la llana cártel, si bien se recomienda la primera…”
No sucede lo mismo cuando la palabra entraña el sentido de letrero, afiche o lámina de papel que se fija en la pared con fines publicitarios o informativos. En este caso primará la acentuación aguda, vale decir, siempre será cartel, nunca cártel.
Vale aclarar que la Real Academia Española, entre cártel y cartel, siempre ha preferido esta última, y es por ello que en una de las ediciones de su diccionario, la duodécima, no registra la primera de estas palabras, sino solamente cartel, concentrando la misma los dos sentidos antes aludidos: “conglomerado comercial de negocios ilícitos y lámina o letrero que exhibe en la pared.”
En resumen, en español abundan las voces de doble acentuación: grave y aguda. Entre otras, además de las comentadas, merecen citarse: béisbol y beisbol; cóctel y coctel; chófer y chofer; fútbol y futbol. Las dos formas son gramaticalmente válidas. Sin embargo, no son pocos los locutores y comentaristas a quienes, de manera impresionista, se les escucha prestigiando la primera e invalidando o proscribiendo el uso de la segunda
2.« En los salones de …»
Independientemente de que existan varios salones en una institución, las ceremonias que en esta se llevan a cabo siempre se desarrollan en uno de ellos, generalmente denominado “ Salón de actos”. Sin embargo, es común la práctica de pluralizar el sustantivo salón en oraciones del tipo : “El acto de premiación se efectuará en los “salones” del honorable Ayuntamiento…” Al respecto, reza el criterio académico:
“No existe ninguna explicación, ni lingüística ni de ningún otro tipo que justifique el uso en plural de dicha palabra si se trata de un solo salón”.
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