Como ciudadano, estaba, quien suscribe preocupadísimo, por el intento de quienes auparon la posibilidad –no prudente–, de modificar nuestra Carta Magna, y que los miembros del poder Legislativo fuesen cómplice de que el actual mandatario peledeísta, optara por tercera vez, como candidato presidencial para las elecciones de mayo del 2020.
¿Si el Poder Legislativo hubiera modificado la Constitución, cuál hubiese sido la reacción del pueblo?
El discurso del señor presidente ante las cámaras de televisión, despejó ese temor que se había apoderado de la población sensata, patriota y constitucionalista que todavía goza la República Dominicana.
Todos sabíamos que había detrás de la intentona. Que era cierto que senadores y diputados, escucharon ofertas para que alzasen la mano, a favor de la reforma constitucional, a cambio de una jugosa suma de dinero, que permitiese habilitar al primer mandatario de la nación por otro período presidencial, y que las elecciones congresuales y municipales se celebren, no el tercer domingo de febrero de 2020, sino juntarlas con las elecciones presidenciales, es decir, el tercer domingo de mayo. No se puede hablar de reforma, sin hacer referencia a la forma.
Nosotros seguimos arrastrando la detestable cultura de la improvisación pues, al modificarse nuestra carta sustantiva ampliamente en enero de 2010 y luego en el 2015, cómo nuestros legisladores, no visualizaron, que elecciones primarias en octubre, mas elecciones separadas (febrero y mayo), la inversión económica iba a ser desorbitante.
¿Qué lecciones aprendimos de este proceso? Que nuestras instituciones son muy débiles. Que se puede comprar la conciencia de los que fueron elegidos para votar a favor del desarrollo, la democracia y la institucionalidad. Que hay soborno, chantaje, y afán enfermizo por eternizarse en el poder, sin importar el costo social y económico. Nadie debe sentirse ni venderse como un mesías político. Es un disfraz que conocemos.
Hemos ganado, por el momento tranquilidad y paz social. Hemos derrotado la reelección. Nos falta un buen trecho desde ahora hasta el mayo venidero, pidiendo a Dios Todo poderoso que todo transcurra dentro de un marco civilizado, ético y justo.
Los candidatos a la presidencia de la República, de los partidos políticos pequeños, en su propuesta electoral hablan de los males que nos afectan como nación, y esperan ser favorecidos en las urnas, y devolverle a la tierra de Duarte la gran deuda social que aún registra nuestro suelo dominicano. Aspirar es legítimo. Pero no se trata solo de aparecer en una boleta electoral, sino de ganar limpiamente.
No se derrota a un “Gladiador inflado” con cualquier arma, es necesaria la unidad de la oposición, la renuncia a aspiraciones legítimas, con tal de que salga un vencedor en la arena política. Mientras más candidatos a la presidencia de la República, menos posibilidades hay de que gane un candidato de la oposición.
Cada vez más se cree menos en la clase política, pues se disfrazan de interés general, y luego nos damos cuenta que todo era por interés particular. Nos hacen creer que es para servir al pueblo, pero es para servirse de nosotros. La corrupción y la impunidad reflejan lo mal que andamos.
El papa Francisco, ha dicho que la búsqueda del poder a cualquier precio lleva consigo el abuso y la injusticia. Para cambiar lo que somos, va a depender de lo que hacemos cada día.
El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico.
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