En la versión digital de fecha 13/6/2016 en el Listín Diario se lee el siguiente titular:
«Jaime David sale ileso de accidente de helicóptero »
En el helicóptero viajaban cuatro personas más, tres de las cuales, al igual que el ministro de deportes y expresidente de la República Dominicana, también salieron ilesas; pero de estas nada se dice, de lo que se deduce que para la redacción del referido periódico lo único que importaba era la salud del Dr. Jaime David. El sentido discriminatorio y exclusivista del texto noticioso se percibe desde el mismo primer párrafo o lead de la nota de prensa:
«El ministro de Deportes, Jaime David Fernández Mirabal, seguía estable anoche en el hospital Ramón de Lara, en la Base Aérea de San Isidro, adonde fue llevado tras accidentarse el helicóptero en que viajaba hacia una comunidad de la Línea Noroeste junto a otros cuatro ocupantes, uno de los cuales falleció»
Y los demás que salieron ilesos, entre los cuales estaba el piloto, ¿cómo se llamaban?, ¿qué les sucedió?, ¿también los llevaron a la Base Aérea de San Isidro…? De ellos, reiteramos, nada se afirma. Ni siquiera ese “uno” que falleció captó la atención del redactor. Apenas lo menciona en el último párrafo de la nota para decir que era cabo de la Fuerza Aérea, asistente de vuelo y que se llamaba Carlos Emilio Álvarez Martínez. El nombre de Jaime David, por el contrario, cubre todo el espacio de la noticia. De él se informa que “tuvo que caminar a pie un largo trayecto entre las montañas…”, que “sólo recibió un rasguño en la barbilla”, que “Su ropa lucía sucia y se veía acongojado…”, etc.
Pero no solo eso. Según Expedito Álvarez, tío del cabo de la Fuerza Aérea fallecido, los familiares de este “se quejaron de que la muerte de su pariente no fuera noticia; de que su cuerpo haya permanecido casi 24 horas dentro de la avioneta en la que murió; de que ninguna autoridad les ha brindado una información clara sobre lo ocurrido y que, según testigos, el cabo Álvarez quedó vivo tras el accidente pero falleció por falta de ayuda” Además, que fueron los antiguos compañeros de estudio del militar piloto, que deja en la orfandad a un niño de cinco años, quienes se hicieron cargo de los gastos del funeral. Situaciones como esa me hacen recordar los versos de uno de los poemas capitales de la literatura dominicana:
“A los héroes sin nombre”, del llamado “Poeta los humildes”, Federico Bermúdez (1884 -1921):
A LOS HÉROES SIN NOMBRE
«Vosotros, los humildes, los del montón salidos, heroicos defensores de nuestra libertad, que en el desfiladero o en la llanura agreste, cumplisteis la orden brava de vuestro capitán. Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas, por defender la patria manchasteis la heredad, hallasteis en la lucha la muerte y el olvido: la gloria fue absoluta de vuestro capitán.
Cuando el cortante acero del enemigo bando cebó su torpe furia en vuestra humanidad, y fuisteis el propicio legado de la tumba, sin una cruz piadosa ni un ramo funeral, también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido: ¡tan sólo se oyó el nombre de vuestro capitán!
Y ya, cuando a la cumbre de la soñada gloria, subió la patria ilustre que fue vuestro ideal, en áureos caracteres la historia un homenaje rindió a la espada heroica de vuestro capitán.
Dormidos a la sombra del árbol del olvido, ¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está! Vosotros, los humildes, los del montón salidos, sois parias; en la liza, con sangre fecundáis el árbol de la fama que da las verdes hojas para adornar la frente de vuestro capitán…» (Federico Bermúdez )
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