Como todos los lunes, hoy entré al aula universitaria a impartir la asignatura Lengua Española 2. Antes de iniciar mi lingüística lección, se me ocurrió preguntar: ¿Alguien desea decirme por qué es feriado en nuestro país el día 16 de agosto de cada año?
-«Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades – me respondió el único estudiante que abrió la boca, de un total de veinticinco.
La respuesta activó mi migraña.
-¿Qué ocurrió un día de 16 de agosto? – insistí casi con la misma pregunta.
«-Un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» – se le escuchó responder al segundo que intervino.
Al escuchar esta segunda respuesta, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel, dije para mí, como dicen los abogados: « No más preguntas, señor magistrado», y entonces preferí robarle unos minutos al tema lingüístico de mi incumbencia para explicar lo que realmente ocurrió en el Cerro de Capotillo un día 16 de agosto de 1863.
¿A qué se debe ese desconocimiento de de nuestra historia que muestran las jóvenes generaciones de estudiantes?
Quizás se deba a una de las tantas debilidades que padece la escuela dominicana actual, o talvez a la indiferencia muy propia de nuestros jóvenes por todo aquello que no forme parte de su centro de interés. Y es que son muchos los jóvenes que, según cuentan maestros que ejercen en los niveles primario y secundario, muestran un desprecio olímpico por los hechos que conforman la historia dominicana, alegando que para qué insistir tanto en lo que ya pasó y no en lo que está pasando o pasará.
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