Lunes 13 de agosto del 2018. Antes de iniciar mis lecciones de Lengua Española 11 en la universidad donde imparto docencia, se me ocurrió preguntar: ¿Alguien desea decirme, ¿por qué es feriado en nuestro país el día 16 de agosto de cada año? ¿Qué sucedió un día 16 de agosto? ¿Por qué se celebra esta fecha?
Las respuestas no pudieron ser más decepcionantes, deprimentes y hasta jocosas, si se quiere.
-«Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades» – me respondió el único estudiante que abrió la boca, de un total de veinticinco que en ese momento conformaban la matrícula. Al escuchar esto, acto seguido se activó en mi cabeza mi histórica y siempre tormentosa migraña.
-¿Qué ocurrió un día de 16 de agosto? – insistí con la misma pregunta.
«-Un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» – se le escuchó responder al segundo que intervino.
Al escuchar esta segunda respuesta, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel de molestia, dije para mí, como dicen los abogados: « No más preguntas, señor magistrado» Y en lugar de continuar con el interrogatorio, preferí robarle unos minutos al tema gramatical de mi incumbencia para explicar lo que realmente ocurrió en el Cerro de Capotillo un día 16 de agosto de 1863, dos años después que al general Pedro Santana se le ocurriera la antipatriótica y traicionera idea de anexar nuestra república a España.
¿A qué se debe ese desconocimiento de nuestra historia que muestran las nuevas generaciones de estudiantes?
Quizás se deba a la incompetencia docente o a una de las tantas debilidades que padece actualmente la escuela dominicana.
O tal vez sea el resultado de esa fría y casi inhumana indiferencia que muestran los jóvenes ante todo aquello que no forme parte de su centro de interés. De unos jóvenes que en los niveles primario y secundario afirman, según me informan, aquello de que para qué insistir tanto en lo que ya pasó, en vez de concentrarse en el presente y el futuro.
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