“Y al final del camino me detengo, y veo que cada quien es arquitecto de su propio destino”. Amado Nervo
Crisis golpea al pueblo
Los dominicanos y dominicanas sufren los efectos de una crisis demoledora; la vida se torna muy difícil en este momento.
El panorama es sombrío; se sobrevive por obra y gracia de la madre naturaleza o de Dios.
En dos semanas, para ir citando los problemas, los precios de los alimentos registraron alzas entre un 30 y 53 por ciento y esto implica el desplome del poder adquisitivo.
La delincuencia y la violencia se incrementan de manera vertiginosa, lo que se expresa en el auge de asaltos, robos, atracos, asesinatos por encargo (el sicariato), violaciones y acciones criminales en todos los ámbitos.
La descomposición y desintegración de la familia constituye un malestar preocupante, porque incide en el avance del narcotráfico, la corrupción, los vicios, violencia intrafamiliar y crímenes pasionales.
Servicios básicos como agua potable, energía eléctrica, recogida de la basura, transporte y hospitalarios son un desastre.
Más del 35 por ciento de los jóvenes ni estudian ni trabajan, ya que desde el Estado no se aplican políticas que garanticen oportunidades.
Solo 25 familias disfrutan del 48.5% de las riquezas y bienes que se producen en el país, cuyos recursos son producidos por la mayoría de los hombres y mujeres, pero el sistema político predominante en el país se sustenta en la desigualda e iniquidad social, es decir, se proteje a esa minoría que explota sin contemplación a la mayoría.
Es difícil que la gente encuentre respuestas a sus necesidades esenciales, por eso el desempleo, el hambre, insalubridad e injusticias sociales causan estragos en el seno de las familias dominicanas.
En suma: La crisis es insoportable.
¿Por qué hablar de progreso, entonces, en medio de todas estas calamidades?
Ante esa dramática realidad se impone, esto es urgente, la unión de los oprimidos y marginados y juntos trazar el camino para construir su propio destino y edificar una sociedad justa y humana.
Procede enarbolar las consignas: “Unidad, Unidad” y “Unidos para vencer”, puesto que solo de ese modo será posible abrir los surcos que fertilicen los espacios que aseguren la felicidad plena de quienes pueblan cada rincón de República Dominicana.
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